No a la guerra. Contra la ocupación. Por la retirada de las tropas de Iraq. Por el cierre de Guantánamo.
La tragedia asola Iraq. Cuatro años después del inicio de la guerra y la ocupación, decidida unilateralmente por Bush, con el apoyo incondicional de Blair y Aznar, los resultados para el pueblo iraquí se asemejan a los efectos de una catástrofe que se prolonga desde hace ya demasiado tiempo.
Desde el comienzo de la guerra en marzo de 2003, el número de civiles muertos supera ya 60.000, siendo muy superior la cifra de heridos.
Este enorme sufrimiento de la población sigue al padecido desde los años ochenta por la guerra Irán-Irak, la guerra del golfo en enero de 1991 y el posterior embargo económico de diez años, la guerra actual así como la represión interior de la dictadura de Sadam Hussein que han dejado un balance de cientos de miles de muertos de población inocente, cuya situación empeora día tras día.
La ocupación de Iraq ha generado una de las mayores crisis de población en búsqueda de refugio desde hace décadas. Casi 4 millones de personas se han visto obligadas a dejar sus casas y hogares, de las cuales 2 millones han huido con desesperación del país, deambulando, desasistidos y desprotegidos, por los países circundantes. Cerca de 1.700.000 son desplazados internos que viven en la miseria, agrupados en aglomeraciones de tiendas de campaña, ocupando edificios abandonados o se apiñan en las fronteras con la esperanza de huir hacia la seguridad.
Los Informes de la Misión de Asistencia de Naciones Unidas para Iraq constatan la continua violación de los derechos humanos y de los principios del derecho internacional público. Las desapariciones forzosas, ejecuciones extrajudiciales, secuestros y detenciones ilegales, matanzas de civiles, amenazas y asesinatos de jueces, profesores, docentes, personal sanitario, sindicalistas son periódicamente detalladas. Con especial énfasis los informes confirman que la intolerancia se ceba sobre las mujeres limitando su capacidad para moverse libremente, el acceso a los servicios sanitarios y educativos y su participación en la vida pública.
El horror de la guerra ha puesto al desnudo las mentiras y los pretextos que fueron utilizados para justificar la invasión, acabar con las armas de destrucción masiva y restablecer la democracia. La dolorosa realidad que aparece a los ojos de los ciudadanos del mundo, tras la caída del velo del abuso y de la manipulación informativa, es el colapso social, económico, cultural, humano y político de la sociedad iraquí, producido por la ocupación. Pero también aparece el fracaso de la pretensión de garantizar el control del petróleo y reordenar una región en función de los intereses económicos y políticos de los EE.UU.
Las crisis provocadas por la estrategia de guerra global alcanzan a toda la zona. Oriente Medio desde Afganistán a Palestina, se encuentra en una situación de desestabilización generalizada con riesgo de instalarse en un escenario de guerra indefinida que pretenden extender a Irán. Esta estrategia de EE.UU. tampoco ha contribuido a la estabilización en Afganistán, donde 6 años después de la invasión los principales problemas del país continúan sin resolverse. Los peligros y riesgos para la paz, el derecho a la vida, la participación democrática, la convivencia, el bienestar de las gentes y el desarrollo de los pueblos no solo no han disminuido sino que se han agravado.
Los términos con que Bush afronta su denominada "guerra contra el terrorismo" y "el imperio del mal" han supuesto el mejor caldo de cultivo para la expansión de la red terrorista Al Qeada. Los "efectos colaterales", restringiendo significativamente los derechos y libertades, iniciados con la guerra unilateral, injusta e ilegal han desembocado en las torturas de Abu Grahib, cientos de detenidos ilegalmente y que permanecen secuestrados sin posibilidad de defensa ante la justicia en el campo de concentración de Guantánamo y trasladados de manera infame en vuelos secretos de la CIA y el silencio de algunos gobiernos europeos.
No conforme con todas estas desgracias, Bush presentó el pasado 10 de enero su "nueva estrategia", centrada en más militarización, incremento de las tropas en 21.500 soldados e ignorando cualquier intento de solución política que parta de los propios iraquíes.
En el 4º aniversario de la guerra, las razones que llevaron a millones y millones de personas en todo el mundo a movilizarse para evitar y detener la barbarie se han visto reforzadas. La retirada de las tropas españolas en marzo del 2004, reclamación demandada por la mayoría de los ciudadanos de nuestro país, dio impulso a una responsabilidad que los gobierno británico y estadounidense tienen en esta hora ante los ciudadanos de ambos países y del mundo.
En EE.UU. crece el rechazo a la política de Bush. Los estadounidenses no aceptan más el envío de tropas y de jóvenes soldados, hasta la fecha más de 3.000 muertos, al servicio de los negocios multimillonarios, el despilfarro y la corrupción de las empresas contratistas, dirigidas por personas del entorno presidencial de Bush.
En torno a este aniversario, en el mes de marzo, las convocatorias y llamamientos internacionales se suceden. En las ciudades europeas, americanas, se preparan acciones, actos, manifestaciones que reclaman la salida de las tropas norteamericanas de Iraq.
El 17 de marzo se desarrollará también una Marcha ante el Pentágono, en Washington con esa petición como lema central.
Las organizaciones, colectivos y personas firmantes de esta de Declaración expresamos nuestra solidaridad con el pueblo iraquí y con los ciudadanos de todo el mundo que se movilizan tras estos objetivos. Nuestros compromisos de ayer contra la guerra de Iraq nos llevan hoy a hacer un llamamiento a los ciudadanos y ciudadanas a participar y movilizarse en los actos, concentraciones y manifestaciones que se convoquen en las ciudades y pueblos de nuestro país por la paz, por el No a la guerra y por la retirada de las tropas de ocupación de Iraq y en favor de una pacificación bajo el control de Naciones Unidas tras la convocatoria de una Conferencia Internacional de Paz.