"Las ONGD estamos sumidas en una especie de cultura del informe que nos aleja de nuestra verdadera misión"
Por Analía Blasco Bengoa
¿Cuáles son los principales obstáculos que enfrenta el sector de la cooperación?
El sector de las ONGD estamos atravesando una crisis cuyas causas son múltiples y responden a distintos factores. A nivel externo, en primer lugar señalaría el problema de los recortes de financiación. Somos en gran parte dependientes de la financiación pública, y los recortes nos están llevando a adoptar medidas restrictivas y sobre todo a repensar la sostenibilidad económico-financiera de nuestra labor. Vemos que la financiación, tanto en el ámbito central, como en el autonómico y municipal, se ha recortado, y el resultado de las últimas elecciones municipales y autonómicas, donde el Partido Popular ha arrasado, nos hace temer que los recortes adoptados por administraciones dominadas por este partido, se extiendan a otros municipios y comunidades autónomas del Estado, y que se reduzcan aún más los fondos de la cooperación descentralizada. Una reducción que además no afecta sólo a las ONGD, sino también a la cooperación directa, provocando que se incumplan los compromisos de AOD asumidos por nuestros gobiernos y por los partidos políticos que firmaron el Pacto de Estado.
En las jornadas también se ha abordado el peligro de la entrada de las empresas privadas como agentes de cooperación, ¿qué opina de este nuevo escenario?
Este es otro de los factores exógenos que explican la crisis de las ONGD, y tiene que ver con la creciente privatización y mercantilización de la cooperación al desarrollo, con las Alianzas Público-Privadas como una pretendida solución planteada por la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional y por las Instituciones europeas. Sospechamos que l financiación privada que provenga de grandes empresas, no va a propiciar una mayor independencia y autonomía del trabajo de las ONG ni va a garantizar su sosteniblidad. Esta tendencia nos obliga a reflexionar sobre la condicionalidad de esta ayuda, sobre la deriva que la cooperación puede sufrir si las grandes empresas imponen a las ONGD sus intereses productivos y comerciales, que no casan con los valores de mayor justicia social, de defensa de los derechos humanos, de desarrollo humano sostenible, de sostenibilidad medioambiental, de derechos laborales... que nosotros y nosotras defendemos.
En muchas de las ponencias y debates se ha señalado la burocratización de la cooperación al desarrollo como un obstáculo para lograr esa eficacia…
Efectivamente, se da una creciente burocratización y tecnocratización de la cooperación al desarrollo, que ha hecho que las ONGD, al tener que cumplimentar todo tipo de informes y auditorías y responder a las demandas de los dispares sistemas de rendición de cuentas de las instituciones públicas que nos financian, estemos sumidas en una especie de “cultura del informe” que requisita cuasi toda nuestra energía. Como bien dijo durante las jornadas Ana Alcalde, de Solidaridad Internacional, esta cultura del informe junto a la búsqueda de financiación, nos ha venido alejando de nuestra cadena de valor, perder un poco de nuestra identidad, olvidarnos incluso de nuestra misión de solidaridad y vocación de transformación social, a la que nos vemos obligados a dedicar menos tiempo y recursos. Nos ha desvinculado de las organizaciones más de base y de la propia ciudadanía. La base social de algunas organizaciones ha ido adelgazando a medida que incrementaba la financiación de proyectos y las hay que manejan millones de euros y no tienen más de 400 socios.
¿Existe un entorno facilitador para el cambio?, ¿cuáles son los retos que se plantean en un contexto de crisis como el actual?Necesitamos un marco más adecuado al tipo de trabajo que realizamos, porque el sistema de transparencia y rendición de cuentas que se nos impone a las ONGDs, marcado por múltiples auditorías y por la no armonización de los mecanismos de seguimiento y justificación, es un sistema ineficaz e ineficiente. Durante las jornadas señalamos la necesidad de trabajar por un entorno facilitador, y el Director de la Agencia Española de Cooperación Internacional par Desarrollo, Francisco Moza, habló de la posibilidad de revisar la Orden de Bases. Hay organizaciones que en este contexto de crisis están reflexionando y trabajan por fusionarse o constituirse de otra manera para ser más fuertes y de esta forma poder encarar los retos que se nos presentan, y también demandan que las restricciones presupuestarias que existen sean revisadas. Pero hay otras pequeñas y medianas organizaciones que no han podido encontrar su espacio en el sistema actual de financiación de las ONGD, y estas organizaciones también necesitan poder acceder a la financiación estatal porque las acciones que ejecutan y lo que aportan al sector de la cooperación tienen mucho valor.
¿Cuál es en la actualidad y cuál debería ser la relación entre las ONG y los movimientos sociales?
Las ONGD se han olvidado, en muchos casos, de contar con los movimientos sociales, y sobre todo de trabajar con ellos. Y trabajar con ellos significa en realidad reconocer y reafirmar la misión de transformación social que tenemos aquí en el Norte y la transnacionalidad de las alternativas de transformación de las ONG a las que apoyamos y de los movimientos sociales con los que trabajan y a los que apoyamos, como puede ser el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil. Este es uno de los valores añadidos que podemos aportar y que debemos rescatar: poner en paralelo y en contacto las luchas por una mayor justicia social, las luchas contra la dictadura de los mercados, las luchas por otro modelo de producción y de consumo, las resistencias por la protección del medioambiente y contra el cambio climático, las demandas democráticas, luchas todas ellas que son transnacionales y que nos obligan a desempeñar una importante labor de educación, sensibilización y movilización social aquí en Europa.
¿Cuál cree que debería ser papel de las ONG en un movimiento como el del 15M?
En las grandes movilizaciones ciudadanas que ha habido en España en las últimas dos décadas, recordemos el movimiento contra la guerra en Irak o incluso antes, el movimiento por el 0.7, las ONG fueron participaron activamente de las movilizaciones, articulaban el discurso y eran interlocutores reconocidos. Pero debido en parte a esta dinámica que comentaba, porque las organizaciones se han burocratizado, “tecnocratizado” y han tenido que dedicar mucha energía en desarrollar estrategias de supervivencia, se han involuntariamente desvinculado de la ciudadanía. Se han convertido en desconocidas para la gente de a pie. Se las ve como simples prestadoras de servicios y ya no como organizaciones de transformación social. El movimiento de estos días es resultado del cabreo e indignación legítimos de una población golpeada por problemas como el paro, la dificultad de acceder a una vivienda digna, la privatización de los servicios públicos, la corrupción de la clase política, la dictadura de las finanzas, etc. Aunque no hemos tenido la oportunidad de debatir y abordar en profundidad este nuevo fenómeno que transcurría al mismo tiempo que las jornadas, sí ha habido muestras de apoyo por parte de nuestro sector, la Coordinadora de ONGD ha sacado un comunicado, hubo palabras de respaldo de diversos integrantes de la Plataforma 2015 y más durante las jornadas de eficacia del desarrollo, donde diversos ponentes defendieron su derecho a manifestarse, y muchas personas que participábamos en éstas nos hemos unido a las concentraciones en Sol. Además, muchas de las demandas que allí se escuchan, las relacionadas con otro modelo de producción, con un mundo más justo, contra el sistema neoliberal y la excesiva financiarización de la economía y contra todo lo que indigna a una buena parte de la población, son demandas que compartimos las ONGD. En cualquier caso, la movilización ciudadana para lograr una mayor cuota democrática y para defender los derechos sociales de la población, recibe nuestro apoyo.