Otros agentes: Sindicatos
Temática: Participación y Ciudadanía.
Autoría: Núñez, Maite y Santos, Gracia
Año de Publicación: 2004
Este articulo reseña cómo influyen y participan los sindicatos en la ayuda para el desarrollo en medio de la serie de problemas laborales que la globalización acarrea.:
0* Introducción.
La globalización está teniendo en lo económico y en lo social un impacto perjudicial para aquellos países, regiones, pueblos y sectores de actividad que no tienen incorporados en sus constituciones, sus leyes o reglas de vida unos derechos básicos y fundamentales para sus ciudadanos y trabajadores. Es imprescindible entonces seguir apoyando la construcción de alternativas válidas y concretas a un modelo de "globalización" que no podemos compartir y que pretende ser impuesto por los poderes fácticos más conservadores y dominantes. Una mundialización diferente es posible y de hecho está en marcha. Es la que quiere hacer compatible el progreso económico, los avances tecnológicos de todo orden con el más absoluto respeto a los derechos humanos que como sabemos incorporan los derechos fundamentales de los trabajadores. Aspiramos pues a una mundialización que se inspire, practique y preserve la justicia social. El movimiento sindical, coherente con su trayectoria de más de un siglo y medio, hecha de luchas, de dignidad y solidaridad, debe contribuir, y de hecho así lo está haciendo, a encabezar el amplio movimiento social que hoy se extiende, cada vez más, a nivel planetario, y que pretende dignificar el trabajo y hacer más equitativa la distribución de la riqueza generada por la colectividad. La necesaria y obligada cooperación internacional se verifica en muy variados ámbitos. Todos ellos son muy importantes, sin embargo y así lo reconocen hoy la mayoría de los organismos internacionales tales como NN.UU., la OIT, UE, OCDE, etc., sin el respeto de los derechos laborales fundamentales no puede haber desarrollo. Así lo recoge la Declaración de principios y derechos fundamentales de los trabajadores aprobada por la OIT en 1998. Si no nos comprometemos todos, cada uno en el marco de sus responsabilidades específicas, a obrar en pro del respeto y de la verificada aplicación de convenios, directrices, acuerdos y otras reglas existentes peligrará, como así ocurre hoy en día, la paz, y se pondrá grave y definitivamente en entredicho un desarrollo económico justo y duradero. Por ello debemos considerar fundamental la cooperación al desarrollo en el ámbito sindical y por ende en el de las relaciones laborales. Está más que demostrado que unos sindicatos fuertes, representativos, democráticos y autónomos, juegan un papel fundamental en el desarrollo económico y social en sus respectivos países. Ese ha sido el principal hilo conductor de la cooperación y colaboración llevada a cabo por las organizaciones sindicales nacionales e internacionales de los países desarrollados con respecto a las organizaciones sindicales de los países en desarrollo. Las potencialidades de cooperación sindical al desarrollo son, sin duda alguna, muy importantes. En primer lugar, en el ámbito político es difícil concebir un proceso de desarrollo sin avanzar al mismo tiempo en la democratización y el respeto de los derechos humanos. Lo que supone hacer posible el ejercicio de la participación política y sindical y el derecho a la organización de los trabajadores en defensa de sus intereses. El programa de Naciones Unidas para el desarrollo, en su informe sobre desarrollo humano 2000, se propone como prioridad ayudar a promover medidas que, en la práctica, establezcan como prioridad a escala mundial un criterio basado en los derechos que tienen que ver con el desarrollo humano y la erradicación de la pobreza. Aunque en la actualidad existen democracias formales en numerosos países en desarrollo, todavía hay muchas y serias limitaciones para el ejercicio de los derechos humanos fundamentales, entre ellos los derechos de los trabajadores. Para conseguir el respeto de dichos derechos el papel de las organizaciones sindicales es esencial e insustituible. En segundo lugar, en el ámbito social, el concepto de desarrollo incluye obligatoriamente la equidad, que debe acompañar al proceso de crecimiento económico sostenible. Por ello, el concepto de desarrollo humano acuñado por Naciones Unidas pone como centro del desarrollo al ser humano. El desarrollo se entiende así como "un proceso de ampliación de las opciones humanas que permitan a la gente vivir una vida larga, sana y creativa". Desarrollar las potencialidades del ser humano implica oportunidades para los más desfavorecidos, lo cual está íntimamente relacionado con la equidad en general y con la igualdad de los derechos para las mujeres en particular. Sin embargo, los países en desarrollo padecen en general las mayores desigualdades sociales y de género, así como una distribución de la renta más regresiva que en los países desarrollados. Los frutos del crecimiento económico deben beneficiar a todos. Las organizaciones sindicales son esenciales para alcanzar un reparto más equitativo de los beneficios del crecimiento económico y el respeto de los derechos de los sectores tradicionalmente excluidos como el de las mujeres, los jóvenes, los indígenas y emigrantes. En tercer lugar, los informes sobre "desarrollo humano" de Naciones Unidas insisten en que las relaciones entre crecimiento y desarrollo son de doble vía. Por un lado el crecimiento permite sostener y aumentar la inversión social -mejoras educativas, sanitarias y nivel de vida en general-. Por su parte, la mejor calidad de la mano de obra que se consigue a través del desarrollo humano es un aporte fundamental al crecimiento humano. Es sabido que ni a los inversores nacionales, ni a los extranjeros, les es indiferente el nivel educativo alcanzado por la población. En la segunda mitad del siglo XX no han existido casos de crecimiento acelerado en condiciones de polarización aguda de la riqueza, mientras que los países que experimentaron un mayor crecimiento, como es el caso del sureste asiático, se caracterizaron por una distribución de ingresos bastante más equitativa. Una población pobre y marginal es una potencialidad perdida desde el punto de vista del desarrollo. La lucha sindical por lograr unas mejores condiciones de vida debe por lo tanto incluir necesariamente la mejora de la educación y la salud de la población. En cuarto lugar, en el ámbito específico de la estabilidad, la seguridad y el "buen gobierno", los sindicatos son uno de los tres pilares del "tripartismo", junto con gobiernos y empresarios, que tiene su reflejo en la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El juego democrático pasa también, junto con las instituciones que representan a los distintos poderes, por la capacidad de diálogo entre los tres actores principales que intervienen en las relacionales laborales. La debilidad y la falta de reconocimiento de los sindicatos perjudican su capacidad de propuestas y de diálogo, obstaculizando en consecuencia los procesos de consolidación democrática, estabilidad social y cohesión social. Cuando las organizaciones de los trabajadores son escuchadas y tomadas en cuenta como interlocutores válidos, mejoran las vías de diálogo y disminuye la conflictividad. Así pues, parece claro que los sindicatos también juegan un papel esencial en el logro de la estabilidad social y, por lo tanto, en el desarrollo. La inversión privada, sin duda, es importante para el desarrollo, pero hay otros factores que no tienen una importancia menor. El papel de los sindicatos de los PVD es insustituible en el logro de un "círculo virtuoso" para el desarrollo, a través de su lucha a favor de los derechos humanos y laborales, la equidad, la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores y de los sectores más desfavorecidos. Así pues, el fortalecimiento organizativo de estos sindicatos debe verse como un medio para la consolidación democrática de sus países y para el avance en su desarrollo económico y humano, tarea que merece y necesita de apoyo. Nada mejor que mirar a los países más avanzados como, por ejemplo, los del norte de Europa. Allí han existido históricamente unos sindicatos fuertes que han sido y siguen siendo fundamentales en el establecimiento y el mantenimiento del estado de bienestar y en el logro de altas tasas de crecimiento económico. En quinto lugar, pero interactuando con todo lo anterior, hay que enmarcarlo en el ámbito del codesarrollo y éste muy íntimamente ligado a la migración. Movimientos migratorios que deben ser considerados como un factor de desarrollo tanto en origen como en destino. Debe por tanto la migración apreciarse como un factor que favorece el desarrollo y debe haber una intensa correlación entre migración y los mecanismos de cooperación al desarrollo. Ahora bien para que esto se produzca es necesario regular e incentivar los efectos más positivos de la migración y evitar en lo posible sus efectos más negativos. Y en este ámbito, estrechamente vinculado al mercado laboral y a la formación, de nuevo es fundamental la existencia y la participación activa de los sindicatos, tanto de los de los países de origen como de los de destino. Actores imprescindibles, junto con la administración pública y los empresarios, para conseguir que los movimientos migratorios favorezcan el desarrollo tanto humano como económico de los países implicados y sobre todo para conseguir que los principales beneficiarios de la migración sean los propios trabajadores migrantes. En sexto lugar, la Unión Europea asocia de diferentes formas a los agentes sociales a las líneas directrices de su política exterior (Mercosur, Mediterráneo, Ampliación"). El ejemplo más reciente lo encontramos en el actual Acuerdo de Cotonou, que durante los próximos 20 años regirá las relaciones de la UE con 75 PD. El citado acuerdo de asociación no solo prevé la participación de actores no gubernamentales (con una mención expresa a las organizaciones sindicales) en la elaboración y puesta en practica de las estrategias de desarrollo (también con una referencia explícita al acceso a recursos financieros), sino que también incluye como ejes fundamentales de las citadas estrategias la promoción de métodos de dialogo social, el refuerzo de capacidades de los sectores sociales, la elaboración y aplicación de políticas de protección social o la creación de empleo decente y de respeto a los derechos sociales fundamentales reconocidos por la OIT. De lo expuesto se deduce claramente que la Unión Europea considera que los interlocutores sociales -y, más concretamente, las organizaciones sindicales- aportan un verdadero valor añadido a sus relaciones exteriores, especialmente en la difusión de los principios de un modelo social que constituye uno de los rasgos fundamentales que definen la identidad europea.
1. La cooperación que desarrollan los sindicatos.
La cooperación sindical que desarrollamos los sindicatos (CC.OO. y UGT) tiene como principal objetivo reforzar la participación de las organizaciones sindicales en la construcción de un modelo de desarrollo democrático y sostenible en el marco de los procesos de integración, tanto regionales como subregionales, especialmente en un contexto de globalización creciente. Consecuentes con este objetivo que de forma general inspira la cooperación sindical que realizamos ambas organizaciones podemos constatar que los resultados colectivos que vamos consiguiendo son altamente valorados tanto por nuestras contrapartes como por nosotros mismos. La cooperación sindical se fundamenta en un modelo de intervención basado en los componentes de apoyo institucional, formación, intercambio de experiencias organizativas, estudios y sistematización, difusión y sensibilización y economía social. El componente de apoyo institucional facilita los recursos tanto personales como técnicos y materiales, para apoyar a las organizaciones beneficiarias en el despliegue y aseguramiento, de forma permanente y profesional, del trabajo sindical tanto con su afiliación, como con la población trabajadora en general. El componente de formación supone la mejora en la cualificación de los sindicalistas, capacitándoles para una acción sindical más efectiva y dialogante, tanto para hacer realidad el cumplimiento de los derechos laborales como para la mejora de la salud y la seguridad en el trabajo. El componente de intercambio de experiencias posibilita la comunicación presencial y el establecimiento de redes ?permitiendo superar la brecha tecnológica que sufre el sindicalismo de los países en desarrollo?. Esto ha permitido a centrales sindicales de diferentes espacios regionales dar respuesta a los procesos de globalización económica de una forma ordenada y sistemática. La interlocución de las organizaciones sindicales en estos procesos de integración económica y comercial es fundamental para la democratización y para la inclusión de los derechos socio-laborales en los acuerdos comerciales. Por otra parte, este intercambio permite fortalecer la coordinación entre las organizaciones sindicales nacionales, regionales e internacionales; cuestión prioritaria para la construcción del sindicalismo mundial como actor del tripartismo en las instituciones internacionales financieras y comerciales. El componente de estudios y sistematización refuerza el intercambio de experiencias en la medida en que fomenta la interlocución cualificada de los actores sindicales incrementado su capacidad propositiva frente a los actores públicos y privados de los procesos de globalización y regionalización económica. El componente de sensibilización permite hacer partícipe a todos los afiliados a las organizaciones sindicales y a la población trabajadora en general, animando la regeneración de las estructuras sindicales en las organizaciones de los países en desarrollo. En cuanto a la sensibilización en los países donantes, ésta fomenta la creación de nuevos espacios de cooperación sindical a través de la motivación y sensibilización solidarias. Por último, el componente de apoyo a iniciativas de economía social, desde el enfoque global de promoción y defensa de los derechos económicos, sociales y culturales, procura aminorar los efectos de la economía informal que lleva a la desprotección a gran cantidad de trabajadores y trabajadoras de los países en desarrollo. Este eje de acción procura, por un lado, dar respuesta a las necesidades de los trabajadores y trabajadoras sin derechos laborales reconocidos, bien porque carecen de empleo, bien porque este empleo se produce en la economía sumergida. Y, por otro lado, enraíza con un eje transversal de la cooperación al desarrollo: la erradicación de la pobreza, en tanto que fomenta la generación de trabajo y renta desde la autogestión y el cooperativismo. Por último, también se relaciona con el codesarrollo, convirtiendo a la población migrante en promotores de proyectos de desarrollo en sus países de origen. Todos estos componentes están atravesados por los siguientes ejes transversales: erradicación de la pobreza, igualdad de oportunidades y conservación medioambiental. El derecho a un trabajo digno como condición básica para la realización de los derechos económicos, sociales y culturales se establece como elemento prioritario de la lucha por la erradicación de la pobreza. La cooperación sindical contempla, en este sentido, y como hemos dicho anteriormente, no sólo los derechos de las personas empleadas sino las del conjunto de trabajadores y trabajadoras. La perspectiva de género, en cuanto concierne al eje de igualdad de oportunidades, implica el hacer visible la creciente participación de la mujer en mundo del trabajo, así como la necesidad de integración y reconocimiento de la mujer en el mundo sindical, tanto en la base como en las estructuras directivas. Asimismo la participación equitativa entre hombres y mujeres es imprescindible en el desarrollo de la cooperación sindical. Por último, la preocupación por los impactos negativos de los procesos productivos sobre el medio ambiente, así como el cuestionamiento del modelo económico consumista actual y la necesidad de defender la salud y la seguridad en el trabajo frente a procesos productivos contaminantes e insostenibles, son prioritarios en la cooperación sindical.
2. Propuestas sindicales.
- Los programas de cooperación sindical del desarrollo han sido la concreción del reconocimiento de los sindicatos como agentes de cooperación que se recoge en la Ley de Cooperación de julio de 1998 y cuyas funciones se definen en el Plan Director de la Cooperación Española. Estos programas están siendo un instrumento muy útil para incrementar la calidad de la cooperación, por lo que consideramos imprescindible su mantenimiento e implementación.
- No es posible que se den las condiciones para el desarrollo humano fuera de un sistema de gobierno democrático. La existencia de unos agentes sociales fuertes son una contribución inestimable para la estabilidad democrática. Por ello, la cooperación oficial española debería apoyar proyectos cuyo objetivo sea el fortalecimiento democrático a través del diálogo social bipartito y tripartito en los países en desarrollo.
- La Organización Internacional del Trabajo -OIT? es el único organismo tripartito dentro del sistema de Naciones Unidas. Ésta viene realizando una importante labor en la mejora de las relaciones laborales en los países en vías de desarrollo. La cooperación oficial española debería apoyar proyectos de la OIT acordes con las prioridades que se establecen en la misma, por ejemplo, acciones que permitan la efectiva aplicación de la Declaración de los Derechos Fundamentales de 1998 y la lucha contra el trabajo infantil.
- España se está convirtiendo en un país de inmigración. Y la inmigración aparte de las ventajas que conlleva para el país receptor en cuanto que ayuda a completar su oferta laboral, se ha mostrado como un mecanismo muy eficaz en la lucha contra la pobreza y como factor de desarrollo de los países de origen, no sólo por la vía remesas, sino fundamentalmente, gracias a los conocimientos adquiridos, al establecimiento de contactos, y a la apertura hacia el exterior que los movimientos migratorios facilitan. En este sentido, una correcta regulación de los flujos mediante la intervención de los interlocutores sociales tanto de los países de origen como de los de destino de los trabajadores y una labor de cooperación coadyuvante que facilite los movimientos y la integración de los trabajadores potenciará los efectos más positivos de ambos. Apoyar proyectos que fomenten el desarrollo en los países de origen y que permitan aprovechar las ventajas inherentes, así como fomentar la línea de trabajo del codesarrollo, debería ser una de las prioridades de la cooperación española.
- En el caso de la Responsabilidad Social Corporativa consideramos que esta integración voluntaria, por parte de las empresas, de preocupaciones sociales y medioambientales no debe convertirse en sustituto de la legislación vigente, y en ningún caso debe quedar por debajo de los estándares mínimos contemplados por las Líneas Directrices de la OCDE y por la Declaración Tripartita de la OIT para Empresas Multinacionales. Apoyamos, fundamentalmente, la firma de acuerdos marco en el seno de las multinacionales, entre los representantes de las empresas y los representantes de los/as trabajadores/as, ya que así se garantiza el seguimiento y aplicación de los mismos.
- Otra de las situaciones que se ha hecho más visible en la actualidad es la gran dimensión que está alcanzando la economía informal. Lograr la regulación de la misma es un requisito fundamental para garantizar sociedades equitativas y democráticas. Debe por tanto ser objetivo prioritario de la cooperación, mediante el establecimiento de programas que ayuden a su organización, fundamentalmente a través de la economía social, es decir la creación de cooperativas u otro tipo de asociaciones que garanticen no sólo los medios de vida, sino también la calidad de vida de los millones de personas que sobreviven por estos medios.
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