España: Transgénicos a debate
Temática: Desarrollo Sostenible.
Autoría: Bringel, Breno
Año de Publicación: 2009
La política de los transgénicos en España.
En las últimas semanas mucho se ha publicado sobre los transgénicos en el Estado español. A grandes rasgos podríamos hablar de tres visiones: la primera, defendida por una serie de organizaciones y movimientos sociales, colectivos e individualidades progresistas, rechaza tajantemente la introducción en la agricultura y la alimentación de los organismos modificados genéticamente (OMG) [1]; la segunda, formada por medios de comunicación "pseudos-progresistas" y algunas mentes que claman a una supuesta rigurosidad técnica, se propone hablar "en nombre de la ciencia", argumentando que no están ni a favor ni en contra [2]; mientras la tercera visión, sostenida por grandes empresas del sector alimentario y "bio"-tecnológico, como Monsanto, y respaldada por los medios de comunicación más reaccionarios, lobbies y alianzas conservadoras con varias instituciones que se camuflan en la visión anterior, entre ellas el propio gobierno español [3], dice que no hay nada malo en los transgénicos, sino todo lo contrario [4].
Cada una de estas posturas trata de argumentar sus visiones, derivadas de intereses muy variados: en el caso de los defensores de los transgénicos, argumentan que reducen el empleo de productos químicos en el campo debido a la resistencia a las plagas, disminuyen las labores de la labranza tradicional, ofrecen beneficios nutricionales y otras mejoras en los alimentos (conservación y durabilidad), pudiendo ser una posible solución para el hambre en el mundo; algunos "técnico-escépticos" recurren al argumento de que la decisión tiene que estar basada en rigurosas evaluaciones de las características de estos organismos genéticamente modificados, restando importancia al hecho de que en su desarrollo estén comprometidas las grandes compañías multinacionales; mientras, finalmente, los que rechazan los transgénicos argumentan que deterioran el medio ambiente y la vida silvestre, ya que con su cultivo se incrementa el uso de insecticidas -bien por su incorporación a los propios transgénicos, bien por la necesidad de proteger los cultivos tradicionales-, producen contaminación genética de cultivos tradicionales o ecológicos, siendo imposible la coexistencia y, desde luego, no solucionan el hambre en el mundo, sino que la agravan, ya que sólo Monsanto controla el 90% del mercado, haciendo dependientes a los pequeños agricultores/as que no pueden guardar sus propias semillas, perdiendo autonomía y libertad.
¿Por qué tratar de desglosar estas tres visiones fundamentales en torno al debate de los transgénicos en el estado español, a pesar de los varios sesgos analíticos que esto implica? Para decir algo tan básico, como poco habitual en los actuales debates: lo que está en juego no es simplemente un mero debate técnico-científico, sino fundamentalmente una cuestión política, con profundas implicaciones sociales, económicas y ambientales. En este caso, los que se empeñan en aislar la variable de "lo científico" acaban nublando "lo político" y la política, despolitizando el debate y alineándose, en la mayoría de los casos, aunque de forma enmarañada, a los que defienden explícitamente los OMG. Sin embargo, dentro del propio mundo científico cada vez se cuestiona más este tipo de disociación entre lo científico y la política, como se puede observar en recientes declaraciones colectivas de investigadores que se posicionan en contra de los transgénicos [5].
En este sentido, hay razones de sobra, tanto científicas como políticas, para luchar contra los transgénicos: en primer lugar, escasa o nula rigurosidad científica pueden tener unos estudios sobre OGM contratados, en su gran mayoría, por las grandes empresas interesadas en su difusión. Además, los escasos estudios, que no han sido comprados por empresas que controlan el mercado de transgénicos, han apuntado a que éstos suponen una eminente amenaza a nuestra salud, provocando alergias, resistencia a antibióticos, infertilidad, diarreas y toxicidad en riñón e hígado en estudios experimentales, lo que ha llevado a varias ciudades, regiones y países a prohibirlo como medida de prevención. Por otro lado, en lo que se refiere a la cuestión política de fondo, consumidores/as y agricultores/as tenemos el derecho y la responsabilidad de conocer y decidir cómo y dónde se producen nuestros alimentos y reconstruir los vínculos entre el campo y la ciudad. Esta es la base de las reivindicaciones por la soberanía alimentaria, término y reivindicación acuñado por La Vía Campesina hace algo más de diez años, y que se extiende por buena parte del globo, tanto en el Sur como en el Norte. En coordenadas más cercanas, este también ha sido el leit motiv que llevó a una semana de acciones Por una alimentación y una agricultura libre de transgénicos en todo el Estado español del 13 al 18 de abril.
Desde Madrid, la Iniciativa por la Soberanía Alimentaria (formada por AGIM-COAG, Amigos de la Tierra, CERAI, Comité de Apoyo al MST, Ecologistas en Acción, Mundubat, Red África Europa, SODEPAZ y Veterinarios sin Fronteras) se sumó a esta semana de acciones, organizando una seria de actividades con el fin de informar y sensibilizar a los ciudadanos y ciudadanas sobre las consecuencias sociales y medioambientales de los OMG. Entre las actividades de formación e información se destacan las Jornadas Internacionales "Movimientos Campesinos y Transformaciones Agrarias" [6], que tuvieron lugar el 16 de abril en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM, donde se logró enmarcar la cuestión de los transgénicos en un debate más amplio sobre las transformaciones de la cuestión agraria (a partir de la emergencia de nuevos temas de conflicto como los agrocombustibles, el agronegocio o el agua y la renovación de viejos ejes, como la reforma agraria o el monocultivo para la exportación) y las nuevas dimensiones de la contestación política campesina (que va más allá del campo y del Estado-nación, articulándose en novedosas redes transnacionales como La Vía Campesina e incorporando nuevas demandas como la soberanía alimentaria, transformaciones en torno a las identidades y nuevas solidaridades campo-ciudad).
La semana culminó con una manifestación estatal el sábado 18 de abril en Zaragoza, en la que 8.000 personas exigieron al Gobierno que prohíba el cultivo de transgénicos en nuestro territorio, animadas por la reciente iniciativa del gobierno alemán de prohibir el cultivo de maíz transgénico MON810, por sus impactos ambientales, incertidumbres para la salud y por la imposibilidad de proteger a la agricultura ecológica y convencional de la contaminación genética. No obstante, a pesar del éxito de las movilizaciones, la lucha contra los transgénicos no termina con la semana de luchas. Lejos de contagiarse por el "efecto Alemania" el gobierno español ha vuelto a la carga, haciendo oídos sordos a estas reivindicaciones. La lucha seguirá. El cultivo de transgénicos por el interés de una minoritaria elite no puede poner en juego un tema tan importante como la agricultura y la alimentación. Pero el tema va más allá: de su prohibición no depende sólo el futuro de una alimentación más sana, sino el cambio en varias esferas de poder y saber y la vida de miles de campesinos.
NOTAS:
Cada una de estas posturas trata de argumentar sus visiones, derivadas de intereses muy variados: en el caso de los defensores de los transgénicos, argumentan que reducen el empleo de productos químicos en el campo debido a la resistencia a las plagas, disminuyen las labores de la labranza tradicional, ofrecen beneficios nutricionales y otras mejoras en los alimentos (conservación y durabilidad), pudiendo ser una posible solución para el hambre en el mundo; algunos "técnico-escépticos" recurren al argumento de que la decisión tiene que estar basada en rigurosas evaluaciones de las características de estos organismos genéticamente modificados, restando importancia al hecho de que en su desarrollo estén comprometidas las grandes compañías multinacionales; mientras, finalmente, los que rechazan los transgénicos argumentan que deterioran el medio ambiente y la vida silvestre, ya que con su cultivo se incrementa el uso de insecticidas -bien por su incorporación a los propios transgénicos, bien por la necesidad de proteger los cultivos tradicionales-, producen contaminación genética de cultivos tradicionales o ecológicos, siendo imposible la coexistencia y, desde luego, no solucionan el hambre en el mundo, sino que la agravan, ya que sólo Monsanto controla el 90% del mercado, haciendo dependientes a los pequeños agricultores/as que no pueden guardar sus propias semillas, perdiendo autonomía y libertad.
¿Por qué tratar de desglosar estas tres visiones fundamentales en torno al debate de los transgénicos en el estado español, a pesar de los varios sesgos analíticos que esto implica? Para decir algo tan básico, como poco habitual en los actuales debates: lo que está en juego no es simplemente un mero debate técnico-científico, sino fundamentalmente una cuestión política, con profundas implicaciones sociales, económicas y ambientales. En este caso, los que se empeñan en aislar la variable de "lo científico" acaban nublando "lo político" y la política, despolitizando el debate y alineándose, en la mayoría de los casos, aunque de forma enmarañada, a los que defienden explícitamente los OMG. Sin embargo, dentro del propio mundo científico cada vez se cuestiona más este tipo de disociación entre lo científico y la política, como se puede observar en recientes declaraciones colectivas de investigadores que se posicionan en contra de los transgénicos [5].
En este sentido, hay razones de sobra, tanto científicas como políticas, para luchar contra los transgénicos: en primer lugar, escasa o nula rigurosidad científica pueden tener unos estudios sobre OGM contratados, en su gran mayoría, por las grandes empresas interesadas en su difusión. Además, los escasos estudios, que no han sido comprados por empresas que controlan el mercado de transgénicos, han apuntado a que éstos suponen una eminente amenaza a nuestra salud, provocando alergias, resistencia a antibióticos, infertilidad, diarreas y toxicidad en riñón e hígado en estudios experimentales, lo que ha llevado a varias ciudades, regiones y países a prohibirlo como medida de prevención. Por otro lado, en lo que se refiere a la cuestión política de fondo, consumidores/as y agricultores/as tenemos el derecho y la responsabilidad de conocer y decidir cómo y dónde se producen nuestros alimentos y reconstruir los vínculos entre el campo y la ciudad. Esta es la base de las reivindicaciones por la soberanía alimentaria, término y reivindicación acuñado por La Vía Campesina hace algo más de diez años, y que se extiende por buena parte del globo, tanto en el Sur como en el Norte. En coordenadas más cercanas, este también ha sido el leit motiv que llevó a una semana de acciones Por una alimentación y una agricultura libre de transgénicos en todo el Estado español del 13 al 18 de abril.
Desde Madrid, la Iniciativa por la Soberanía Alimentaria (formada por AGIM-COAG, Amigos de la Tierra, CERAI, Comité de Apoyo al MST, Ecologistas en Acción, Mundubat, Red África Europa, SODEPAZ y Veterinarios sin Fronteras) se sumó a esta semana de acciones, organizando una seria de actividades con el fin de informar y sensibilizar a los ciudadanos y ciudadanas sobre las consecuencias sociales y medioambientales de los OMG. Entre las actividades de formación e información se destacan las Jornadas Internacionales "Movimientos Campesinos y Transformaciones Agrarias" [6], que tuvieron lugar el 16 de abril en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM, donde se logró enmarcar la cuestión de los transgénicos en un debate más amplio sobre las transformaciones de la cuestión agraria (a partir de la emergencia de nuevos temas de conflicto como los agrocombustibles, el agronegocio o el agua y la renovación de viejos ejes, como la reforma agraria o el monocultivo para la exportación) y las nuevas dimensiones de la contestación política campesina (que va más allá del campo y del Estado-nación, articulándose en novedosas redes transnacionales como La Vía Campesina e incorporando nuevas demandas como la soberanía alimentaria, transformaciones en torno a las identidades y nuevas solidaridades campo-ciudad).
La semana culminó con una manifestación estatal el sábado 18 de abril en Zaragoza, en la que 8.000 personas exigieron al Gobierno que prohíba el cultivo de transgénicos en nuestro territorio, animadas por la reciente iniciativa del gobierno alemán de prohibir el cultivo de maíz transgénico MON810, por sus impactos ambientales, incertidumbres para la salud y por la imposibilidad de proteger a la agricultura ecológica y convencional de la contaminación genética. No obstante, a pesar del éxito de las movilizaciones, la lucha contra los transgénicos no termina con la semana de luchas. Lejos de contagiarse por el "efecto Alemania" el gobierno español ha vuelto a la carga, haciendo oídos sordos a estas reivindicaciones. La lucha seguirá. El cultivo de transgénicos por el interés de una minoritaria elite no puede poner en juego un tema tan importante como la agricultura y la alimentación. Pero el tema va más allá: de su prohibición no depende sólo el futuro de una alimentación más sana, sino el cambio en varias esferas de poder y saber y la vida de miles de campesinos.
NOTAS:
- ®Véase Campaña "No a los Transgénicos" de Plataforma Rural: http://noquierotransgenicos.wordpress.com/ .
- ®Véase Consejo Editorial de Público del día 23 de Abril de 2009: http://blogs.publico.es/delconsejoeditorial/165/transgenicos.
- ®Se recomienda la lectura del interesante artículo publicado el 30 de abril en Diagonal Periódico sobre el lobby transgénico en el gobierno Zapatero. El artículo apunta además a varios datos relevantes sobre los OGM en el Estado español: http://diagonalperiodico.net/spip.php?article7736.
- ®Web de Monsanto: http://www.monsanto.es.
- ®http://www.ecologistasenaccion.org/spip.php?article8909. Véase también la web de Cienttíficos por el Medio Ambiente: http://www.cima.org.es/.
- ®Programa en: http://www.ucm.es/cont/news2/media/transgnicos_jornadas_programa.pdf
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