Crisis alimentaria: subida de precios y más hambre para quienes tienen hambre
En Haití ya cayó el Primer Ministro por las movilizaciones sociales contra el hambre. O tal vez porque si se confirman los augurios de que el aumento de los precios enviará a más de 100 millones de personas a engrosar el grupo de personas que padecen hambre en el Planeta, los Objetivos de Desarrollo del Milenio se habrán ido directamente al garete por inanición.
Pero no debemos sorprendernos de lo que está sucediendo. Ya nos avisaron hace algunos años los agricultores mexicanos cuando protestaron las inversiones y las ayudas que la Administración Bush anunciaba para apoyar el cultivo intensivo de maíz para combustible. Ahora los precios internacionales del grano básico aumentaron un 48% en pocos meses y las instituciones internacionales alertan de riesgo de hambruna o de revueltas sociales, pero nada nos dicen sobre a qué manos van a parar las ganancias multimillonarias que producen estas alzas.
Tampoco nos dicen que esas mismas instituciones, como el Fondo Monetario Internacional, llevan años promoviendo un conjunto de medidas políticas orientadas a privilegiar el “agro-negocio” para la exportación: la retirada de los subsidios al campesinado que produce grano destinado al alimento y a los mercados internos, la desregulación progresiva de los mercados para privilegiar las producciones intensivas, para la exportación y últimamente para sustituir cultivos destinados al alimento por los destinados al combustible. El aumento de precios es una de las consecuencias de la progresiva concentración de negocio en el sector agrario en cada vez menos manos, las del capital multinacional que se preocupa de obtener ganancias a corto plazo sin tener en cuenta los costos sociales, medioambientales y humanos de su actividad. Y como siempre las primeras y terribles consecuencias son para las personas más vulnerables, los que prácticamente sólo se alimentaban de arroz, o de maíz, o de harina. Ahora ya no les alcanza ni para eso.
Hay quienes ahora responden a las voces de alarma pidiendo aumento de presupuestos y de acciones humanitarias. El problema no ha hecho más que comenzar y unas cuantas toneladas de grano procedente del excedente productivo de las mismas compañías, repartidas en sacos del Programa Mundial de Alimentos no van a resolver nada. Como mucho acallarán por un tiempo las protestas y rebeldías que surgen de la tragedia del hambre y la desnutrición.
Hace tiempo que venimos diciendo, junto con miles de organizaciones sociales y campesinas de todos los continentes, que ni siquiera los ODM se alcanzarán si no se transforman sustancialmente algunas políticas comerciales según los principios del desarrollo humano, sostenible y con equidad. Cada día se hace más imprescindible forzar a la comunidad internacional, a los gobiernos más enriquecidos y a las instituciones internacionales que ellos controlan, para que respondan antes a los intereses de la Humanidad que a los de los lobby de las grandes compañías multinacionales.