El paraíso perdido de Madagascar
Últimamente la materia buscada es la ilmenita, el mineral que se utiliza cada vez más para producir el pigmento blanco de dióxido de titanio con el que se da color a pinturas, papel, plásticos y dentífricos, sustituyendo la pintura a base de plomo debido a sus consecuencias sobre la salud. Lo más moderno son las prospecciones petrolíferas en las zonas de ultramar con previsiones de reservas de más de 10.000 millones de barriles, ahora que la inestabilidad y el agotamiento de las reservas árabes obligan a las compañías a buscar alternativas.
La enorme fragilidad de la institución pública muestra sucesivos intentos de constitución y una clase política que debe negociar antes con los poderes del Norte que con sus propios habitantes. Han sido constantes las injerencias de los organismos para imponer durísimos planes de ajuste que han impedido invertir en las prioridades sociales y ambientales del país.
No en vano, nos encontramos ante uno de los países donde la conservación de la biodiversidad debería constituir una prioridad mundial, puesto que casi el 98 por ciento de los mamíferos terrestres de Madagascar, el 92 por ciento de su reptiles, y el 80 por ciento de sus plantas no se encuentran en ningún otro lugar del mundo.
Con esta riqueza natural Madagascar ha sido el foco tradicional de los intereses de la gran industria química de los medicamentos que, protegidos ahora por el Acuerdo de Derechos de Propiedad Intelectual de la OMC, patentan como propias especies únicas malgaches. Ya en 1954 el laboratorio Ely Lilly obtuvo un principio activo de una rosa usada en Madagascar que hoy es un fármaco contra la leucemia que le reporta millones al año.
Sin embargo los organismos y el gobierno permiten la destrucción forestal del 75% de las tierras y la contaminación de los principales acuíferos. Por ejemplo, la multinacional de Rio Tinto, con 20% de participación del gobierno y apoyo del Banco Mundial, es quien está elaborando el proyecto de minería de dióxido de titanio de 775 millones de dólares que se pretende llevar a cabo en la isla, y que prevé la excavación de 1.000 hectáreas de bosques. La producción empezará a lo largo de 2008 cuando finalice la construcción de un nuevo puerto que ha financiado el Banco Mundial con 35 millones. Serán 750.000 toneladas anuales de ilmenita exportada durante los próximos 40 años, cuyos beneficios irán a parar a la multinacional dejando apenas unas míseras comisiones en las manos de la oligarquía política malgache.
Por suerte aún quedan en Madagascar algunas organizaciones sociales que nos cuentan esto, que movilizan a sus poblaciones esclavizadas y que luchan para impedir que, como actualmente, 1 de cada 4 menores de 14 años tenga que trabajar realizando tareas de alto riesgo como el corte y la extracción de piedras preciosas.