DestacamosLa globalización insalubre
Mientras que en los países desarrollados gastamos más de 3.000 dólares por persona al año en nuestra salud, en Etiopía sólo invierten 20 dólares por persona.
¿Qué globalización es esta que se muestra incapaz de extender los servicios sanitarios básicos a la población mundial? ¿Para qué nos sirve el crecimiento económico sostenido, el aumento sin parangón de la riqueza mundial si los niños y niñas siguen muriendo de muerte natural con menos de cinco años? ¿Por qué seguimos llamando a esto progreso y modernidad?
Ahora que el modelo de crecimiento entró en crisis, nos tememos que los países ricos ni siquiera continúen entregando las migajas vergonzantes que dedicaban a los programas globales de salud o a la cooperación con los sistemas sanitarios de los países. Algunos países como España en el último año modificaron el tipo de sus aportaciones en el sector salud, quintuplicando la cantidad de ayudas de carácter reembolsable. ¿Quién puede entender que las insuficientes aportaciones que hacemos a la salud de los países empobrecidos se hagan además en forma de préstamos onerosos para engordar su deuda externa con nosotros? Pero vamos a ver: ¿se trata de fortalecer la capacidad de los países del Sur de elevar su gasto público sanitario para que puedan disponer de centros de atención y profesionales bien formados? ¿O se trata de encadenar aún más sus cuentas públicas? Como ciudadano español no quiero que ningún ciudadano del mundo tenga que pagar a través de su estado a mi estado ni un solo dólar por disponer de un sistema sanitario universal y gratuito. Es su derecho.
El informe “Acción por la Salud Global” elaborado y presentado por una coalición de ONGs, es un documento esencial para comprender las miserias de nuestro tiempo. Entre otras, que la salud tenga que seguir siendo un asunto de las ONG… ¿para qué queremos entonces a los estados y a los gobiernos? Lamentablemente aquí y allí, cada vez más, la salud también se mercantiliza y es objeto de ganancias millonarias para unos pocos. Haremos lo imposible por rescatarla de sus ambiciones y devolvérsela a la gente. Es nuestro derecho.