Amazonía peruana en el olvido
El gobierno peruano reprimió las protestas y logró sacar de la circulación a Alberto Pizango, principal líder de los indígenas de la zona. Meses después la invisibilidad mediática del conflicto es la peor noticia para los intereses de las poblaciones originarias.
Desde Europa los capitales siguen presionando para explotar aquellos recursos sin dejar nada a cambio, y nuestros gobernantes nos prometen que se finalizarán las negociaciones de libre comercio con Perú en el próximo otoño. Una vez más el dogmatismo globalizador de la apertura de mercados se impone a las lógicas nacionales que deberían liderar los procesos de desarrollo, en consonancia con los intereses de sus pobladores, incluyendo mediante diálogos políticos y sociales a las minorías especialmente discriminadas.
Pero todo esto queda para la retórica y los discursos. Las principales firmas multinacionales presionan para obtener un botín de recursos naturales, biodiversidad y ganancias multimillonarias que no repartirán. ¿Para cuándo los peruanos dispondrán de gobernantes que miren un poco más allá de los supuestos beneficios a corto plazo? ¿Para cuándo la comunidad internacional podrá hacer cumplir los derechos de las personas, sobre los de las sociedades mercantiles?
El gobierno peruano debiera solidarizarse y comprometerse con la resistencia pacífica de los indígenas. Tal vez olvidó que gobierna para todos los peruanos, no sólo para aquellos pocos que se frotan las manos porque van a recoger las migajas de las comisiones y cánones que el capital transnacional está dispuesto a dejarles, a cambio de lograr concesiones de explotación de recursos para varias décadas, y de causar daños sociales y ambientales que nadie compensará ni al Perú, ni a sus poblaciones indígenas. ¿Cómo es que las promesas de desarrollo y modernidad basadas en el expolio y la privatización siguen persuadiendo a los políticos peruanos? ¿Son estúpidos, o se lo hacen?