Red de Mujeres por un Mundo Mejor
Este encuentro supone también la consolidación de la Red de Mujeres por un Mundo Mejor, como un foro internacional para el intercambio de experiencias entre mujeres africanas y españolas. Un intercambio que deberá contribuir a modificar el encuadre de nuestra mirada sobre las mujeres africanas, una mirada etnocéntrica que difumina su realidad tras un sinfín de estadísticas y de imágenes que las reduce a meras víctimas pasivas de todo tipo de desgracias. Una mirada estrecha que no revela una certeza reconocida por los organismos y agencias internacionales de desarrollo: las mujeres son la columna vertebral de África y el motor económico del continente, ya que ellas mantienen el 90 por ciento del trabajo informal de la región.
Lejos de esta visión desenfocada, el movimiento de mujeres y feminista africano está vivo tanto a nivel nacional como regional, y trabaja desde hace décadas para acabar con los principales enemigos de la igualdad: la mutilación genital femenina, la violencia sexual como arma de guerra, el VIH, o la falta de acceso a la educación. Y precisamente este encuentro ha carecido de la presencia protagónica de las mujeres que día a día con su esfuerzo, y a veces poniendo en riesgo su propia integridad, tejen y desarrollan un trabajo fundamental para promover el empoderamiento de las africanas en todos los niveles.
Desear otro mundo para las mujeres y con las mujeres, requiere también nuevas fórmulas y estrategias para la participación política y para el cambio social. Es una cuestión de forma, y también de fondo, y por ello este tipo de foros son una oportunidad para modificar los modos patriarcales que establecen que sean unos pocos los que hablen por todas. En el encuentro se han escuchado las voces de la nobel de la Paz Manguari Mattai, de Ellen Johnson-Sirleaf, primera ministra de Liberia, de hasta 56 ministras extranjeras y de premios Príncipe de Asturias... Pero junto a esas voces, se echaron también en falta las de mujeres como Constance, feminista apaleada en Costa de Marfil por denunciar las violaciones sexuales cometidas por la policía en las comisarías; de Caddy, periodista congoleña huida del país por investigar las atrocidades cometidas por el ejército; o de Sarah, matrona mozambiqueña que recorre 25 kilómetros diarios a pie para informar a las mujeres sobre la fístula obstétrica. Si imaginamos otro mundo mejor donde las mujeres y sus derechos estén garantizados, comencemos por democratizar el acceso a los espacios de poder para que todas estén efectivamente representadas.