Se vuelven a anunciar, como hace tres años, nuevas subidas en los precios de los granos básicos. Esenciales ingredientes en las cocinas de todo el mundo, imprescindibles para los que nada más alcanzan para llevarse a la boca. Se calcula que volveremos a acercarnos a la cifra de 1.000 millones de personas con severos problemas de desnutrición a causa de su dificultad para acceder a alimentos suficientes. Se trata de la mayor vergüenza colectiva de nuestra Humanidad, pretendidamente próspera y avanzada. Actualmente se producen alimentos suficientes para alimentar adecuadamente al doble de la población mundial. No hay amenazas de escasez a la vista. Lo que hay es un oligopolio internacional, favorecido por las políticas comerciales y financieras de muchos gobiernos, que harán lo necesario para mantener sus privilegios.
La liberalización comercial en materia de productos alimentarios ha contribuido notablemente a la concentración en cada vez menos manos de los principales recursos para la producción, la distribución y la comercialización de alimentos. La liberalización nunca ha sido real en los dos sentidos, puesto que los grandes mercados de EEUU y la UE siguen falseando sus propias propuestas de liberalización, atrasando la eliminación de obstáculos o reinventando nuevas modalidades de limitación para las exportaciones de los países del Sur. En realidad es igual, la imposición de políticas impulsoras de la agroindustria en los países del Sur como única política aceptada para el fomento de las exportaciones ya expulsó a millones de campesinos de su actividad productiva. Ya expulsó al Sur dentro del Sur. Si el Norte elimina los obstáculos a esas exportaciones los principales beneficiarios serán de nuevo los propietarios de las mismas multinacionales que ya transnacionalizaron sus capitales, que ya disponen de acciones y propiedades en cualquier lugar mediante entramados societarios y financieros tan oscuros como eficientes.
También tenemos gran responsabilidad los ciudadanos y ciudadanas que estamos al otro lado de la gigantesca cadena de la alimentación. Millones de consumidores que aún no logran apreciar cuál es la traza de violaciones, indignidades y humillaciones que conlleva disponer en las estanterías del hipermercado de tanta variedad, tan fuera de época, tan de plástico, tan de colores tan atractivos.
Por supuesto que puede asegurarse la alimentación adecuada con equidad y sostenibilidad para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Escuchando cómo productores de todo el mundo nos demandan sentido común para no pagar más a intermediarios, ni por transportes o envasados estúpidos e irracionales. Alentando a conocer que la fabricación de alimentos es probablemente la relación más intensa e íntima que tenemos con el ecosistema que nos sostiene, y que no queremos delegarla en ejecutivos de traje de chaqueta empeñados en no dejarnos ver a los campesinos y campesinas que la mantienen por nosotros. Exigiendo de nuestros gobiernos que dejen de permitir que las multinacionales de la alimentación jueguen con nuestra alimentación porque es nuestro futuro, que saquen de sus casinos comerciales y financieros la producción alimentaria, que no nos interesan sus beneficios ni sus intercambios, que esos intereses no nos representan y que sabemos que ellos no nos alimentan.
El programa Solidaridad se emite todos los martes de 1.00 a 2.00 horas en Radio 5, RNE.